EL ARTE DE GRACE

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El Mandala que te libera, vete con él clickeándolo

lunes, 3 de marzo de 2014

Paco de Luz

Nuestro cariñoso homenaje al guitarrista Paco de Lucía

Hasta siempre, Maestro

(Tomado de la revista TELVA - www.telva.com)
Recuperamos los fragmentos más emotivos de la entrevista que le hizo su hija, y nuestra compañera en TELVA, Casilda Sánchez Varela.


 Paco de Lucía junto a su hija Casilda en Mallorca durante el verano de 2010. Fotos: Toni Bernad.  

Paco de Lucía, el mejor guitarrista de todos los tiempos, nos dejaba esta madrugada. Le recordamos rescatando su entrevista más personal, aquella que, en el verano de 2010, su hija mayor Casilda, compañera de la revista TELVA, le hacía mientras compartían un día inolvidable en su residencia de Mallorca.

"Cuando salgo con él a cenar, los de la mesa de al lado le llaman "maestro". Me siento en un bar de Atenas, y de pronto suena su música. Pongo el telediario y ahí está, recibiendo un Príncipe de Asturias o haciendo historia como el primer español investido Honoris Causa por la Universidad de Berklee, la escuela de música más importante del mundo. A veces resulta difícil reconocer al papá de las chanclas de cuero, al que revivió a mi hámster haciéndole el boca a boca con un boli Bic o me desmiga el pescado para que no me trague una espina..." 
con estas bonitas palabras, Casilda Sánchez Varela comenzaba su entrevista más personal en TELVA. Se sentaba frente a su padre, Paco de Lucía, el genio de la guitarra española. Ella misma contaba: 
"Aprovecho este encuentro en su refugio mallorquín para quitarle el traje de genio y sacar brillo a mis recuerdos".
Hoy, casi cuatro años después de aquel encuentro, nos levantamos con la noticia del fallecimiento de Paco de Lucía. Todavía conmocionados, recuperamos aquella entrevista con la que queremos rendir homenaje al artista y al padre.


En qué nos parecemos...
- Nos gusta García Márquez, el cine de autor y la música clásica.
- A los dos no da vergüenza hablar en público.
- Aguantamos mucho debajo del agua, nos gustan las plantas y escuchamos con atención.
- Somos autocríticos, generosos, aventureros y nos cuesta madrugar.
- Vivimos llenos de ansiedad.

...y en qué no.
- Sólo he cogido una guitarra siendo muy pequeña para ver si salía dinero del agujero.
- Él sigue fumando una cajetilla y media al día, y yo ya lo dejé.
- Es callado, yo habladora.
- A mí me gusta la carne y a él el pescado.
- Es más inteligente que yo.

¿Has visto que bien han agarrao?, me dice señalando los dos algarrobos que trasplantó el año pasado y entre cuyos troncos la ciudad de Palma se cuelga como una hamaca tejida de luz. Más acá limoneros, adoquines moriscos, palmeras de quince metros y una balaustrada de piedra roja. Aún no es mediodía, en la cocina hierve un pollo con café y mientras el fotógrafo termina de convertir la terraza en un bodegón siciliano, papá unta sobrasada para todos y nos ofrece pan con aceite, su desayuno de siempre: "Probadlo, es un aceite buenísimo, lo hacen con los olivos de la casa de Campos - su primera dirección en Mallorca- ¿Nos os queréis llevar una garrafa pá casa?". Está moreno, de Berklee se fue a las Antillas francesas escapando de la nube tóxica-, relajado y con sus angustias bajo control: "El nombramiento me ha hecho una ilusión especial, que te reconozcan los gringos no es nada fácil...".

¿Cómo lo celebraste?, le pregunto: "Me fui a cenar a casa del vicepresidente de Berklee, un hombre de setenta años con una energía y una inteligencia increíbles. Estuvimos bebiendo vodka y hablando de música horas y horas. Le preocupaba la posibilidad de que las herramientas que ellos enseñan puedan terminar por matar al músico, por asfixiar su identidad. Es algo que yo siempre me había planteado pero me impresionó que él, que viene del lado opuesto de la música, tuviese esas mismas dudas".


"Antes de coger una guitarra, lo sabía todo del flamenco"


Hay muchas cosas que no se saben de él: no se perdía un partido del Madrid, de joven leía a Ortega y Gasset, a veces improvisaba un paso de salsa en la cocina, le gustaban las mujeres más bien llenitas...

A principios de los 50, Algeciras era el núcleo de todos los flamencos de Andalucía. El contrabando con Gibraltar dejaba mucho dinero y había más fiestas que en ningún otro lugar de la región. Mi abuelo Antonio, que se buscaba la vida tocando de noche, volvía a casa al amanecer con algunos de aquellos guitarristas y cantaores, y terminaban la fiesta en el patio. El pequeño Paco, que lo observaba todo desde ese suelo tan limpio que es la niñez, talló su memoria con aquellos compases: "Antes de poner los dedos sobre la guitarra, ya conocía todos los ritmos del flamenco". Y él, que no es capaz de acordarse del nombre de un ex presidente de Uruguay cuando le va a dar las gracias en el escenario*, recuerda con claridad el olor de la dama de noche de aquel patio y la voz de un cantaor que escuchaba desde la cama y le ponía la piel de gallina.

¿Te acuerdas de la primera vez que tocaste la guitarra?
Tendría 7 años. El abuelo estaba intentando enseñarle una falseta a tito Antonio, que era muy quejica, y no había manera. Mi hermano se rascaba la cabeza desesperado y le decía, "¡es que me duelen los dedos!". Entonces yo, que llevaba allí un rato mirando y que no había tocao nunca, dije: "Pero si es muy fácil". Mi padre me pasó la guitarra y lo toqué. A partir de entonces empezó a enseñarme a mí.

Entonces, ¿cómo te definirías?
Como un trabajador que tiene unas condiciones naturales como instrumentista y está muy limitado como músico.

Hoy por hoy, ¿qué cosas te emocionan?
Más que las relaciones humanas, el arte: una frase en un libro o un intérprete que dice algo de una forma muy sutil. Es lo que más me acerca a las lágrimas, que para mí son la máxima expresión de la emoción.

"Creo más en el amor filial que en el romántico, es menos puro. En el fondo, el otro te importa siempre menos que tú."

¿Y darle a un buen pargo debajo del agua?
Es que ya no buceo. Me da miedo meterme solo en el mar.

A través de la ventana vuelvo a ver los algarrobos y caigo en la cuenta de que aquello de trasplantar tiene un por qué. Hace unos años me dijo: "¿Sabes cómo se da uno cuenta de que ya es viejo? Cuando ya no te hace ilusión plantar un árbol porque no lo vas a ver crecer". No lo dijo con angustia, ni con miedo, sino con resignación: "La muerte no se ve igual a mi edad que a la tuya. Yo ya la tengo asumida."

¿Crees que hay algo más allá?
Siempre he pensado que no, que aquí se acaba todo. Pero me pasó una cosa de niño que me tiene despistado. Una noche, tendría yo 5 ó 6 años, soñé que a mi padrino, que era contrabandista, lo mataba en la carretera la Guardia Civil. Se lo conté a mi madre y, una semana después, moría exactamente como en mi sueño. No sé, una de esas cosas que no puedes explicar...

Haya o no un después, ¿no se siente uno un poco inmortal cuando sabe que dentro de 200 años se seguirá hablando de él?
¡Qué va!, para entonces ya habrán descubierto que soy un bluff.
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Comentario de danhernandan:
#1 01.mar.2014 | 17:08
*Fue el Dr. Julio María Sanguinetti, Casilda. Yo estuve en aquel concierto, en el año 1988. ¡Pobre Paco! ¡Qué apenado quedó! Su reflexión posterior fue algo así como: "Me lo tengo merecido. Nunca hablo y cuando lo hago...". En realidad, alguien le informó que el Presidente de la República se encontraba allí, y en un acto de valor, venciendo su proverbial timidez, quiso reconocerle públicamente. Pero la mayoría del auditorio del teatro Solis estalló en exclamaciones -no hacia él, se entiende; el pueblo uruguayo le ama-. Se escucharon expresiones tales como: "¡Vos porque no lo conocés, Paco!", "¡A vos te perdonamos todo, Paco!". Acto seguido tomó asiento y comenzó a tocar.

Y para concluir, mi aporte: unas fotos extraídas de su página web que me gustan mucho.


Con amigos en alguna reunión (no hay referencia quienes son ni en que sitio están)

Con un pintor amigo en México que le hizo un retrato (tampoco hay referencia de quién es su amigo)

En México con pescados que Él mismo pescaba y cocinaba. No le gustaba pescar por deporte, solo para comer.


sábado, 1 de marzo de 2014

¡Ojala!


Despertándome en la madrugada, ya sin conciliar el sueño, porque uno de trastocado también trastoca sus horarios de descanso, y después de un par de días con la guitarra flamenca y el cante jondo navegando por mi cabeza y tal vez llevado por la brisa de esa hermosa estrofa de García Lorca que canta Camarón de "nadie puede abrir semilla en el corazón del sueño", alejado por razones de cielos nublados de esos pasatiempos de observaciones astronómicas que logran contenerme y entretenerme y fascinarme, dado vuelta el rostro resplandeciente por el brillo fantasmal y místico que emana de una guitarra tocada por un Paco que ya no está más, y por la tarde de ayer poniéndole linda la tumba a mi perro con un jarrón nuevo sobre la lápida - no sé porqué jarrones, tal vez para que allí se contenga el alma y se proteja hasta que remonte un nuevo vuelo - imaginándome en un patio andaluz, yo que me embebí de mil y una noches y de rubaiyat y que quiero creer, que según lo sugerido por mi padre, tengo sangre de algunos antepasados de Jerez de la Frontera (en Cádiz: misma provincia que Algeciras, que dibujé hace tiempo sin saber que existía, y en donde justamente nació Paco) y sin creerme gitano ni nada por el estilo, pero de alguna manera afín - tal vez judío español sea lo más cercano a toda esta mezcolanza de razas - enciendo la radio con música de acá para poner los pies a tierra, y sin embargo se diluye la pertenencia, se hace agónica, porque una corriente musical creada - e influenciada por otra con raíces más fuertes como el rock y blues americano - hace tan solo 40 años como es nuestro "rock nacional", no posee la fuerza suficiente para perpetuarme al cosmos pero sí para ahogarme en una vasija de recuerdos y de angustia sea esta existencial o mundana, y tratando de evitar la evidente fragmentación , me levanto y preparo café (porque mate estuve tomando antes de acostarme), enciendo esta maquinola digital, y como siempre y como en los viejos tiempos me pongo a escribir - antes en papeles ahora en pantallas - y a estructurar un poco las células que me componen y a buscar mapas de la España ancestral, tan lejana y tan cercana a la vez, porque todavía no me disgrego, porque todavía continúa el mismo hilo de la vida uniéndome, el hilo de luz que agrupa mi alma y mi espíritu. Y cuando se corte, ojalá que se me corte como se le cortó a Paco, jugando en una playa hermosa junto a su hijo...