EL ARTE DE GRACE

EL ARTE DE GRACE
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sábado, 1 de marzo de 2014

¡Ojala!


Despertándome en la madrugada, ya sin conciliar el sueño, porque uno de trastocado también trastoca sus horarios de descanso, y después de un par de días con la guitarra flamenca y el cante jondo navegando por mi cabeza y tal vez llevado por la brisa de esa hermosa estrofa de García Lorca que canta Camarón de "nadie puede abrir semilla en el corazón del sueño", alejado por razones de cielos nublados de esos pasatiempos de observaciones astronómicas que logran contenerme y entretenerme y fascinarme, dado vuelta el rostro resplandeciente por el brillo fantasmal y místico que emana de una guitarra tocada por un Paco que ya no está más, y por la tarde de ayer poniéndole linda la tumba a mi perro con un jarrón nuevo sobre la lápida - no sé porqué jarrones, tal vez para que allí se contenga el alma y se proteja hasta que remonte un nuevo vuelo - imaginándome en un patio andaluz, yo que me embebí de mil y una noches y de rubaiyat y que quiero creer, que según lo sugerido por mi padre, tengo sangre de algunos antepasados de Jerez de la Frontera (en Cádiz: misma provincia que Algeciras, que dibujé hace tiempo sin saber que existía, y en donde justamente nació Paco) y sin creerme gitano ni nada por el estilo, pero de alguna manera afín - tal vez judío español sea lo más cercano a toda esta mezcolanza de razas - enciendo la radio con música de acá para poner los pies a tierra, y sin embargo se diluye la pertenencia, se hace agónica, porque una corriente musical creada - e influenciada por otra con raíces más fuertes como el rock y blues americano - hace tan solo 40 años como es nuestro "rock nacional", no posee la fuerza suficiente para perpetuarme al cosmos pero sí para ahogarme en una vasija de recuerdos y de angustia sea esta existencial o mundana, y tratando de evitar la evidente fragmentación , me levanto y preparo café (porque mate estuve tomando antes de acostarme), enciendo esta maquinola digital, y como siempre y como en los viejos tiempos me pongo a escribir - antes en papeles ahora en pantallas - y a estructurar un poco las células que me componen y a buscar mapas de la España ancestral, tan lejana y tan cercana a la vez, porque todavía no me disgrego, porque todavía continúa el mismo hilo de la vida uniéndome, el hilo de luz que agrupa mi alma y mi espíritu. Y cuando se corte, ojalá que se me corte como se le cortó a Paco, jugando en una playa hermosa junto a su hijo...



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